La historia del diseño gráfico se remonta, según algunos, a las cuevas de Altamira; para otros, su nacimiento se inscribe a comienzos de este siglo, de la mano de las vanguardias artísticas, y hay aun quienes consideran que su concepto actual se delinea en la segunda posguerra, con el despliegue en gran escala de la industria y de los medios de comunicación. Tampoco su delimitación es materia acordada: ¿se trata de un campo específico o de una variante de las artes plásticas, de la arquitectura, de la publicidad, de la comunicación visual? ¿Es una disciplina, una técnica, un terreno de inspiración estética, un oficio, una profesión? Un aspecto que aparece reiteradamente en unas y otras posiciones es, pues, la falta de teoría. Diseño y comunicación comienza a llenar ese vacío mediante una contribución original desde la óptica de la comunicación, sin desdeñar las vertientes estéticas, artísticas y filosóficas de ese campo. Esta obras se caracteriza por la profundización en diversas perspectivas teóricas para definir la disciplina; una confrontación de enfoques "que no excluye la crítica", y su pluralidad de puntos de vista, que abarcan diferentes aspectos: María Ledesma propone una lectura semiótica de la comunicación en diseño gráfico, considerando su carácter de "acto regulador"; Norberto Chaves establece una distinción entre "arte aplicada" y "técnica de comunicación", y Leonor Arfuch postula la pertinencia de una concepción dialógica de la comunicación en diseño y su inscripción en la trama semiótica de la cultura, que contribuye en gran medida a transformar.