Para los lectores de habla castellana el nombre de Joan Enric García Junceda --el gran ilustrador catalán de la primera mitad del siglo XX-- es prácticamente desconocido. A pesar de ello, lo que se ofrece al lector no es más que un aspecto marginal de su obra --no cualificado todavía por la crítica-- que no se corresponde con la imagen popular, sentimental y doméstica que suele circular representando al dibujante. El propósito de este libro no es otro que instruir deleitando; si, además, contribuye a restaurar su memoria y su prestigio, tanto mejor. La simple contemplación de estos centenares de capitulares ilustradas constituye de por sí un auténtico solaz estético, un puro deleite visual. Si se preserva en la contemplación de este repertorio inédito veremos cómo emerge de la anécdota una sólida categoría gráfica orientada a cuestionar seriamente los esquemas rutinarios que, desde el siglo XVIII, se han ido aplicando a la ilustración de libros populares. Una propuesta ciertamente precoz, inteligente y audaz, sólo implícitamente confesada por Junceda pero que, no obstante, encaja sorprendentemente con algunas modernas teorías de la ortogenética y la psicología visual, reticentes al arraigado hábito de ilustrar libros infantiles.