Esta obra intenta desvelar el nuevo papel de la moda en las sociedades modernas. Mientras que, para la posición ideológica fundamentalmente representada por la escuela francesa e integrada por Pierre Bordieu y Jacques Baudrillard , uno de los conceptos básicos que la caracterizan es la diferenciación, la perspectiva funcionalista y modernizada de la moda justifica el cambio periódico del vestido por su función estética y de integración social. Sin embargo, otros autores destacan la función abiertamente sexual de la moda vestimentaria: todos ellos coinciden en que el propósito abierto y consciente de la moda es estimular la atracción sexual de los que la usan y alentar el interés de los admiradores del sexo opuesto, la envidia de sus rivales... En la actualidad, han surgido posturas más centradas en la posmodernidad, como la de G. Lipovetsky, F. Morace, M. Maffesoli, para quienes ya no sólo tiene cabida el consumo jerárquico de la moda, sino que éste ha sido sustituido por el placer y la comodidad: paso del status-símbolo al estilo-símbolo, con el desencadenamiento del proceso tribal en el ámbito de la apariencia. En estas páginas se da respuesta a tres interrogantes: ¿cómo se expresa y canaliza la competencia entre clases a través de la moda?, ¿cuáles son las relaciones entre la moda y la juventud?, y, por último, ¿qué puede significar la inversión de la asimetría exhibicionista entre varones y mujeres, causada por el advenimiento de la modernidad y representado por la moda? Ha llegado el momento de establecer un balance general que permita aventurar un juicio global sobre las funciones del sistema de la moda y su evidencia empírica, a través del análisis de la encuesta dirigida a toda la sociedad española en enero de 1995.