A mediados de la década de 1960, artistas en Estados Unidos y Europa comenzaron a planear obras para lugares fuera de los limitados espacios de galerías y museos. Se empezó con efímeros realces del paisaje o trazos realizados en paisajes desérticos, en los desiertos de América o en los páramos de Escocia. El siguiente paso fueron espectaculares esculturas de tierra de gigantes proporciones, algunas de las cuales continúan en la actualidad en proceso de conclusión. Un rasgo distintivo del Land Art es su preocupación crítica por la tradición escultórica. La escultura puede ser ahora una excavación en la tierra, un campo de relámpagos, una cabaña enterrada, un trazo en la hierba o incluso un libro. Otra de las características especiales del movimiento es su énfasis por obras en sitios específicos al aire libre, destinadas a modificar de forma duradera nuestra percepción de los lugares, y a establecer nuevos parámetros en la producción y recepción artísticas.