Lo que vas a ver no se basa en una tesis, ni en un estudio estadístico, sino en una reflexión colectiva sin interés científico, sino emocional. ¿En qué momento hemos dado por valido ofrecer nuestro cuerpo sin desearlo? Si no hago lo que se espera de mí, ¿voy a romper la familia?¿Por qué mis emociones dejan de ser válidas?¿Alguien se ha planteado lo maravilloso que es pasarse meses sin dormir más de tres horas seguidas y que en el momento de descanso debas ser una diosa en la cama?¿Quién ha decidido que tenemos un problema?¿Quién ha normalizado situaciones abusivas y repugnantes dentro de casa? ¿Les pasa esto a todas las parejas?A lo largo de los años, he entrevistado a decenas de mujeres para explorar la misma realidad desde otros ángulos, con el objetivo de encontrar respuestas que me ayudaran a verter un poco de luz a tanto absurdo. No se me ocurre nada más potente para comprender algo que vivirlo, por esa razón he partido de mi propia experiencia y la he digerido con la ayuda de todas las mujeres que me han narrado la suya.Hay quienes han decidido ponerse delante de la cámara, para apoyar el discurso aunque no lo hayan vivido de la misma forma y otras, que han preferido quedarse en el anonimato, cediéndome sus recuerdos más intensos para tejer y validar un discurso que nos haga visible a todas.Nos encontramos en la primera fase de un proyecto mucho más amplio. Aquí somos nosotras las que contamos como muchas veces, la sexualidad de la mujer es la moneda de cambio para la estabilidad familiar. Cuidar, complacer y mimar a toda la tribu con nuestro cuerpo. Es nuestra responsabilidad, nuestro deber como hembras.Y ese es uno de los lastres que seguimos arrastrando y que atenta directamente contra nuestra intimidad, que pasa a ser de todos, menos nuestra.